Microrrelatos de cuarentena III. Prisionera de su propia vida



Está sentada en un banco del parque, con su elegante traje de diseñador, dándole de comer a las palomas. Lo hace de forma inconsciente; en un gesto automatizado a lo largo de los años. Mas sus pensamientos se encuentran muy lejos de allí, pues esos momentos de soledad son la cura que la ayudan a sobrellevar el día a día.

Por su aspecto se podría pensar que lleva una vida feliz. Sin embargo, detrás de esa fachada se esconde un pozo de tristeza y opresión. Hace años que dejó de tener el control sobre sus actos, y son los demás los que dictan los pasos a dar.

Si por ella hubiese sido habría seguido viviendo en pecado junto al hombre que la hacía la mujer más feliz del mundo. Pero tras una década de noviazgo ya tocaba casarse y sentar la cabeza.

El primer hijo llegó a los dos años.

—Tu hermano se os va a adelantar.

—Acabas de cumplir los treinta, se te pasará el arroz.

—Una familia no está completa hasta que no llegan los niños.

Nadie le preguntó si quería ser madre.

La parejita, un perro y una casa con jardín. Sacrificaron el moderno apartamento en el centro por aquello que toda familia debía tener, y rechazó un jugoso ascenso para cuidar de los niños. Las canas y las arrugas que el trabajo nunca le dieron, salieron en pocos meses. Y aunque ahora ha vuelto a trabajar, se siente atrapada.

El teléfono vibra a su lado. En la pantalla aparece el nombre de su marido, pero no quiere contestar. Ya sabe lo que le va a decir: ¿Dónde estás? La cuidadora ya se ha ido y los niños tienen hambre.

Está cansada de ser una prisionera de su propia vida. A merced de una sociedad patriarcal y machista que ha hecho hasta lo imposible por imponer su voluntad. Le han quitado todo; incluso las ganas de luchar.

Una amarga lágrima se desliza por sus mejillas, y con un gesto derrotado, les tira a las palomas lo que le queda de comida. Toma el maletín y, resignada, pulsa el botón de responder.

La pesadilla nunca acabará.


*


Por desgracia, una situación que muchas mujeres viven a día de hoy. Ojalá la gente se guardase sus opiniones sobre lo que otros deberían hacer con su vida. Esa presión de la sociedad, a la que muchas parejas se ven sometidas, debería desaparecer.

Que nadie te imponga una familia, casarte o dejar tus sueños a un lado por algo que a ti no te gusta.

*

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Si quieres leer más textos originales escritos por la autora de este blog, puedes encontrarlos todos en este enlace: Relatos.

¡Un saludo!


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