En una cama de hospital, sin nadie a su alrededor, yace Francisco «el Camaleón» Johnson. De madre española y padre inglés, fue el actor de comedia más famoso del planeta. Hollywood, la BBC o Atresmedia. Tenía la ventaja de haber crecido con esos dos idiomas, de los más hablados del mundo, y que le abrieron un sinfín de puertas. Además de tener un talento natural, una gracia mamada desde la cuna, que lo catapultó hasta lo más alto. Era capaz de caracterizar a cualquier persona con una precisión asombrosa, aunque no la hubiese conocido en persona. Las películas que protagonizaba recaudaban cifras récord en los primeros días de estreno, y sus frases más célebres quedarán, para siempre, en la memoria colectiva. Lágrimas de una risa genuina surcaban la cara de aquellos que tenían la suerte de ver en directo alguna de sus actuaciones. En lo privado, una perenne sonrisa en el rostro; sincera, alegre y contagiosa.
Querido por todos, ahora se encuentra en la más absoluta soledad. A sus setenta años, ha vivido lo que ningún otro, pero jamás pensó que sus últimos días acabarían así: aislado del mundo. Sus hijos le dejaron hacía una semana en la puerta del hospital con un último apretón de manos, pues ni siquiera un abrazo fue posible. Las lágrimas de risa se transformaron en tristeza; saben que nunca más se volverán a ver.
Conocido en cualquier país, ha pasado a ser uno más. Un paciente anónimo que lucha por vivir. Sin embargo, es demasiado mayor, hay otras prioridades… Se marcha sin poder decir adiós, te quiero o lo siento. Tan solo acompañado de un grupo de valientes desconocidos que se apenan por él, pero que no tienen tiempo para sentir; el siguiente paciente ya está esperando.
*
Este es el cuarto relato de esta sección, y después de haber escrito dos bastante trágicos, quería una historia divertida, algo entrañable, por eso creé al personaje Francisco «el Camaleón» Johnson, un actor de comedia, el mejor del mundo. Sin embargo, las noticias que en ese momento me llegaban de España eran muy malas. La gente moría en los hospitales solas, sin sus seres queridos y con la única compañía de los sanitarios. En aquellos momentos la sanidad española estaba desbordada, y esa soledad que los pacientes infectados por el Covid-19 debían sentir, caló hondo en este relato.
*
Seguro que también te interesa:
Prisionera de su propia vida |
Mercedes | Ojalá te conviertas en piedra |
Si quieres leer más textos originales escritos por la autora
de este blog, puedes encontrarlos todos en este enlace: Relatos.
¡Hola, Irene!:
ResponderEliminarMe ha gustado mucho lo profundo del personaje. Además hablas de un tema escabroso y reciente (tanto que aún estamos viviéndolo). Como he visto tan bien caracterizado al protagonista, por un rato he creído que en realidad estaba ante un crónica más o menos real.
De verdad que me ha gustado muchísimo. Un placer leerte. Por si te animas, te invito a que participes en el reto de escritura creativa que organizo cada mes en mi blog. El de mayo está ya en marcha desde el día 1.
Nos leemos. Un abrazo.
Buenas, Rebeca.
EliminarGracias por leer el relato y tomarte el tiempo de dejarme un comentario. Ya me he pasado por tu blog y he visto el reto, a ver si puedo participar este mes, voy un poco justa de tiempo, sino, me lo apunto y lo tendré en cuenta.
Un saludo.