Moriré



—Te estoy diciendo que no quiero. ¡Déjame tranquila! —gritó Violette más nerviosa que furiosa.
—No te he pedido tu opinión, tan solo ven —le contestó el hombre con tranquilidad.

Era una noche oscura y se encontraban en un sucio callejón detrás de la taberna en la que Violette llevaba trabajando desde hacía muchos años. El hombre la había acorralado entre unos barriles de cerveza vacíos e intentaba meter la mano por debajo de su falda, pero ella se resistía con fuerza.

—No soy una puta. El burdel está dos calles más arriba. ¡Vete allí! —dijo revolviéndose entre los brazos del hombre.
—No voy a gastar mi dinero en esas sucias mujeres. Seguro que tienen de todo. Además, prefiero tu suave piel. —Agarró la parte de arriba del corpiño de la chica y de un solo tirón se lo arrancó.
—¡Suéltame! ¡Déjame en paz! —gritó intentando taparse los pechos.

Pateó, arañó y mordió, pero el hombre estaba decidido a llegar hasta el final. La volteó de cara a la pared, le subió la falda hasta la cintura y alargó la mano hasta llegar a su intimidad.

—¡Oh, Dios! No sabes las ganas que tengo de follarte. Llevo deseando hacerlo desde el primer día en que te vi.
—¡Déjame! No lo hagas, por favor, por favor, no —comenzó a suplicar.

Pero sus suplicas no surtieron ningún efecto. El hombre intentó desatarse los pantalones mientras la aprisionaba contra la pared. Sin embargo, con una sola mano le era muy difícil soltar el nudo. De pronto, un fuerte tirón le hizo caer al suelo con los pantalones aún a medio desabrochar. Cuando levantó la mirada vio que estaba rodeado por una multitud de mujeres que lo miraban con un profundo odio en sus rostros. Iban armadas con palos, y Violette había quedado fuera de su alcance.

—Márchate de aquí y no vuelvas a molestarla nunca más —dijo la que estaba más cerca de él.
—¿Y si no lo hago? ¿Qué vais a hacerme? —Se levantó del suelo con tranquilidad y se encaró con sus oponentes—. Seréis muchas, pero no sabéis pelear.
—No nos subestimes. Sabemos defendernos solas. Márchate, no te lo volveré a repetir. La próxima vez será por las malas.

Pero el hombre no pensaba irse sin probar esa carne con la que tantas noches había soñado. Sabía que no iba a poder llegar hasta ella, mas hacía tiempo que había dejado de pensar con la cabeza, y en esos momentos solo tenía una cosa en mente. Se lanzó hacia Violette, pero las mujeres se interpusieron, y sin decir ni una palabra más descargaron un centenar de golpes contra él. No tuvieron piedad, igual que él no pensaba tenerla. Le golpearon sin parar hasta que cayó al suelo. Lo dejaron allí tirado, inconsciente y lleno de heridas.

*

Tres días después un grupo de guardias llegó a casa de Violette. La sacaron a la fuerza, a rastras, sin dar explicaciones, y la llevaron a la iglesia. La empujaron hasta los suntuosos aposentos del cura, y allí descubrió al hombre de la otra noche. Estaba sentado en un banco con la cruz de Cristo entre los dedos y vestía el atuendo de un religioso. A su lado había otro hombre, iba vestido con una túnica similar y la miraba con dureza.

—¿Es ella, padre? —preguntó el desconocido.
—Es ella, señor. Esa es la que me acosó, y con sus artes de brujería me produjo todas estas heridas.
—¡Mujer!, —comenzó a decir el hombre— se te acusa de perseguir, acechar y golpear de manera repetida y con alevosía a un sacerdote. Así como de practicar la brujería. ¿Qué tienes que decir al respecto?
—¿Acoso? ¿Brujería? ¡Fue él quien me atacó! —gritó Violette furiosa—. ¡Quería violarme!
—¿Violarla? Este hombre es un cura, señora.
—¡Pues lo intentó! Mis amigas fueron las que le pegaron cuando se lanzó contra mí y…
—¿Amigas? —preguntó el cura con un deje de ironía en su voz—. Señor, las putas y las brujas no tienen amigas, mucho menos si son las dos cosas. Me intentó seducir y cuando me resistí utilizó sus artes de brujería en mi contra.
—¡Eso es mentira! Tiene que creerme, por favor.
—¿También es puta?
—Sí, señor. Según me han dicho no he sido el único hombre que ha sufrido sus malas artes, pero nadie ha hablado por miedo a sus represalias.
—¿Y cuál es la razón por la que usted sí lo hace, padre?
—Porque estoy en mi obligación para con Dios y la comunidad. Es mi deber proteger a los fieles de esta clase de gente, aunque eso signifique poner mi vida en peligro. Pero tengo fe en el Señor, Él me protegerá.
—Así que se le acercó en mitad de la noche, cuando venía de realizar una última confesión a una anciana moribunda, y lo metió en el callejón.
—Sí, eso fue lo que ocurrió.
—¡No! ¡Le juro por Dios que eso no fue lo que pasó!
—¡Cómo te atreves! ¡No mentes al Señor con tus sucias calumnias!
—¡Ya está bien! —dijo el hombre sobreponiéndose a los gritos—. He escuchado suficiente.

Puso la mirada sobre Violette y sentenció.

—Yo, Antoine Rousseau, miembro del tribunal de la Santa Inquisición, la condeno a morir en la hoguera por brujería y prostitución.

*

Las llamas arden a mi alrededor. Se acercan cada vez más y ya siento su calor. Dentro de poco el dolor y el humo harán que me desmaye. Este será mi final.

Moriré quemada por algo que nunca hice. Moriré por no obedecer a un hombre. Moriré porque me topé con el cura equivocado. Moriré condenada por algo a lo que nunca quise dedicarme, y por algo que nunca entendí.

No hay nada que pueda hacer para evitarlo, y estos últimos instantes de mi vida se los dedico a mis hijas. Mis dos preciosas niñas que, abrazadas a su padre desde el otro extremo de la plaza, lloran por mí.

Porque moriré por una injusticia, pero no fui la primera, ni tampoco seré la última.




Este es uno de los primeros relatos que escribí. Lo hice hace muchísimos años y lo presenté a un pequeño curso de una página web. Participaron como quince relatos, y era anónimo, pero me hizo mucha ilusión, pues fue el primer concurso de escritura que gané.

No sé muy bien de dónde me vino la inspiración para escribirlo, pues ya digo que es bastante antiguo, pero imagino que debió de venir por alguna noticia que saliese en aquella época, algún escándalo de la iglesia, noticias que, por desgracia, a día de hoy aún se escuchan.

Este texto no es aquel relato tal cuál, después de tantos años me forma de escribir ha cambiado bastante, y aunque si ganó debía de ser medianamente bueno, en la actualidad no llegaba a mis estándares de calidad aceptable, por lo que lo he corregido un poco.

Le tengo bastante cariño, por todo lo que me supuso, y porque el tema que trata se pude extrapolar a la actualidad. Esperemos que en algún momento, estas historias tan solo sean cosa de la imaginación de los escritores.

¿Qué te ha parecido?

*

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Si quieres leer más textos originales escritos por la autora de este blog, puedes encontrarlos todos en este enlace: Relatos.

¡Un saludo!




2 comentarios:

  1. Hola Irene, me encantó este relato. Caí por casualidad en tu blog y quedé deleitado por la forma en la que escribís. Te comento que soy editor de una modesta publicación web de cuentos y textos independientes. Me gustaría mucho publicar alguno de tus cuentos. Si te interesa te dejo la web:
    https://ydiceasi.com
    y también va el mail: contacto@ydiceasi.com

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