En el intenso silencio que había en el tren cualquier
pequeño sonido se amplificaba. Era una noche oscura, una densa capa de nubes
cubría el cielo, y el frío del exterior se colaba por los resquicios de las
puertas y las ventanas. Llevábamos parados en el mismo sitio desde hacía tres
días, cuando una copiosa nevada cubrió las vías y el tren no tuvo más remedio
que detenerse. El pueblo más cercano estaba a treinta millas de distancia, pero
en aquellas condiciones nadie se atrevía a salir y buscar ayuda. El maquinista apareció
en nuestro compartimento privado y nos instó a dirigirnos a los vagones de los
plebeyos.
—Utilizaremos el carbón de la locomotora para caldear la
habitación —dijo abriéndonos la puerta de segunda clase.
No pude evitar arrugar la nariz al entrar, el ambiente
estaba muy cargado, y el olor a sudor lo inundaba todo.
—¿Cuánto tiempo tendremos que permanecer aquí? —preguntó una
de las refinadas damas con las que viajaba llevándose un perfumado pañuelo al
rostro.
—No lo sé, señoras, depende de la nieve —contestó el
maquinista.
—¿Disponemos de comida?
—No somos muchos, con lo que tenemos podremos sobrevivir
durante unos días. Y agua no nos va a faltar —añadió señalando el exterior.
—Bueno, si la espera se alarga, la plebe puede comer menos,
ya están acostumbrados —dijo con desprecio.
Fue la primera en morir.
Aquella noche dejamos que el carbón se apagase un poco, lo
suficiente para que la habitación no se enfriara; era imperioso no malgastarlo,
al igual que las lámparas de aceite, y dormimos con la poca luz que las brasas
del carbón daban.
Tuve un sueño intranquilo, interrumpido por las toses de los
otros pasajeros y escalofríos que me recorrían el cuerpo entero cuando una
ráfaga de aire se colaba en el interior del vagón.
Me desperté al amanecer, y lo primero que vi al abrir los
ojos fue el rostro de aquella distinguida mujer petrificado en una expresión de
terror, y un profundo corte en su cuello. Mi grito de espanto sobresaltó a todos
los viajeros, y el maquinista apareció unos segundos más tarde.
—¡Qué horror! ¡Qué horror! —gritaban mis elegantes compañeras.
Tardé varios minutos en reponerme del susto, mas cuando lo
hice, tomé la iniciativa de encontrar al asesino. Hacía unos meses me había
aficionado a los libros de Sherlock Holmes, y aquella era la oportunidad
propicia para probar mi intelecto. Sería como él, y averiguaría quién había
matado a la mujer.
A lo largo del día hice mis pesquisas e interrogué a los pasajeros,
sin embargo, cuando la noche cayó solo había conseguido averiguar que la plebe
nos odiaba. Al acercarme a ellos sus miradas eran desconfiadas, y los pocos que
me respondieron lo hicieron de malas maneras y con palabras hirientes.
La segunda noche no dormí nada. El miedo me atenazaba y le
supliqué al maquinista que nos dejase una lámpara encendida.
—Por piedad —le rogué con lágrimas en los ojos.
—No puedo hacer distinciones, señorita. Si les dejo una a
ustedes, debería hacerlo también con los otros pasajeros. Y nos quedaremos enseguida
sin aceite.
—Pero hay un asesino entre nosotros. Aprovechará la
oscuridad de la noche para volver a atacar —sollozó con miedo una de mis
acompañantes.
—El resto de pasajeros corren el mismo peligro que ustedes
—aseguró el maquinista.
—¿Quién va a querer matar a esas gentes pobres y sin
encanto? —respondió, altanera, mi compañera de viaje.
Fue la segunda en morir.
Su asesinato reavivó nuestro miedo y las ganas de encontrar
al culpable. No parecía que fuésemos a salir pronto de allí y, si no hacíamos
algo, todas acabaríamos muertas. El resto del pasaje parecía tranquilo, como si
aquello no fuese con ellos; ninguno nos prestó atención. Nadie se preocupó por nosotras,
y ni siquiera el maquinista fue de gran ayuda.
—Son unos salvajes —dijo con menosprecio una de mis
acompañantes.
—Gentes incultas y sin educación —añadió otra.
—Peores que los animales —sentencié, frustrada por la poca
colaboración que habíamos recibido.
Antes de que el sol se pusiese tomamos una de las lámparas de
aceite y nos encerramos en el departamento de primera clase.
—Morirán de frío —dijo el maquinista.
—Si nos quedamos fuera moriremos asesinadas —contesté.
Colocamos todos nuestros bolsos delante de la puerta y la
atrancamos. Nadie entraría.
En el silencio de la noche, la respiración inquieta de mis
acompañantes lo inundaba todo cuando un ruido de arrastre se alzó sobre ellas.
Tenía los ojos cerrados, mas no hizo falta que los abriese para adivinar de
dónde procedía. Mantuve los párpados firmemente apretados con la ilusa esperanza
de que el ruido se detuviese. Cuando lo hizo, suspiré aliviada, sin embargo, el
sonido de unos pasos lo sustituyó.
Las manos me temblaban y me negaba a abrir los ojos. Si no
lo veía, no existía. Al final, la curiosidad me pudo y me aventuré a mirar. En el
centro del compartimento había una figura parada. Destilaba odio y desprecio;
el mismo con el que nosotras habíamos tratado al resto de pasajeros.
Se acercó hacia nosotras con pasos lentos hasta que su cara
quedó iluminada por la lámpara de aceite. El maquinista me dedicó una sonrisa
ladina, levantó un cuchillo con sangre seca y me miró con repugnancia.
Detrás de él, en el vagón de segunda clase se escucharon
gritos de júbilo: la plebe reía.
—Aquí se acaba su viaje, señoritas.
Este relato participa en la XVII edición del concurso literario de la página El tintero de oro.
No debe sobrepasar las 900 palabras y del resto de premisas hay que elegir una, están inspiradas en la novela de Patricia Highsmith, Extraños en un tren, a saber:
- Un relato policíaco o de género negro.
- Un relato en el que se mencione con sentido la novela Extraños en un tren o la autora, Patricia Highsmith.
- Un relato en el que la acción transcurra en un tren.
Cuando empecé a escribir esta historia estaba metida de lleno en la lectura de Ana Karenina, y creo que me ha influenciado algo. La protagonista de esa novela me ha resultado extremadamente odiosa, y creo que he volcado algo de sus rasgos en el personaje de esta historia, creando un grupo de señoritas altaneras, poco inteligentes y superficiales.
Espero que os guste.
Seguro que también te interesa:
Hola Irene, si no me equivoco eres Irene Rodriguez compañera de Literauta y Café Literautas. Bienvenida a Tintero, ya verás que te encontrarás con un montón de compañeros que se toman muy en serio las cosas del escribir, aunque algunos relatos sean de humor.
ResponderEliminarDe “Señoritas y Plebeyos”, destaco lo bien que has diferenciado las clases sociales, y como la plebe (las personas del tren incluido el maquinista), se levantan en rebelión contra las señoritingas, cada vez que una de ellas soltaban una impertinencia, desprecio y falta absoluta de empatía ¡zas! Una menos. La frase final es genial.
Me recuerda el egoísmo de las señoritas a lo que dijo María Antonieta cuando le hicieron saber que el pueblo pasaba hambre y no tenían ni para comer pan, a lo que ella cuentan que constestó: “Pues si no tienen pan que coman pasteles”
Sobre los dos “mas” del relato, va bien su uso porque sustituye al pero y al sin embargo, y en una forma de hablar algo refinada dada la época de la que narras. Hay un tercer más, pero esta vez como adverbio de cantidad, lo has diferenciado bien no solo en el contexto de la frase, sino con la tilde.
Conseguido el reto de tren y asesinato. Te felicito Irene. Un abrazo de Isabel Caballero (por si no m reconoces como Tara)
Buenas, Tara.
EliminarSi, soy Irene de Literautas. Muchas gracias por pasarte por mi blog, tomarte el tiempo de leer el relato y comentarlo. Lo aprecio muchísimo.
Los "sin embargo" y "pero"son mi talón de Aquiles, tiendo a utilizarlos muchos, así que acabo usando algunas veces "mas", aunque siempre tengo que tener cuidado con el relato que esté escribiendo, pues es una palabra que no siempre va bien.
Me alegro de que creas que cumple los requisitos.
Gracias, de nuevo, por pasarte.
Un saludo.
Destacaría el esmero con el lo has escrito, Irene, pues su forma practicamente la encuentro impecable.
ResponderEliminarRespecto a la trama no la encuentro del todo bien trabajada, puesto que a partir de la segunda víctima se intuye fácilmente quien es el culpable, pero si a ti te ha gustado dejsarlo así pues lo respeto.
Por otro lado me han gustado las frases lapidarias que dan lugar a cada escena o parte de estos asesinatos.
También su mensaje queda claro: la venganza de los plebeyos frente al orgullo de las señoritingas, muy al estilo de la revolución francesa.
Como dice Isabel (Tara) has conseguido el reto del tren y el asesinato. Por mi parte también te felicito.
Saludos.
Hola, Estrella.
EliminarMuchas gracias por tomarte el tiempo de leer y comentar el relato.
Quería que el asesino fuese alguien de la plebe, pero con tan pocas palabras no he sido capaz de elaborar nada más complejo, por eso tuve que optar por tomar al maquinista, que ya había sido presentado.
Me alegro de que el mensaje que quería transmitir haya quedado claro.
Gracias por tus palabras.
Un saludo.
Gracias, Irene, por participar con este relato en El Tintero de Oro. Un abrazo y suerte!!
ResponderEliminarHola, David.
EliminarGracias a ti por organizar el concurso. Creo que va a ser divertido.
Un saludo.
Hola, Irene. Pues bienvenida al Tintero. A mí me ha parecido muy original tu propuesta y me gusta también el modo que has tenido de articular la intriga. Felicidades y mucha suerte.
ResponderEliminarHola, Marta.
EliminarGracias por la bienvenida. Parece una comunidad muy agradable.
Me alegro de que te haya gustado el relato. Gracias por leerlo y comentar.
Un saludo.
Hola, Irene, ¡qué bien verte por aquí también! Tu relato me enganchó, está muy bien trabajada, aunque como dice Estrella, se llega a intuír que las protas vayan a acabar mal, y sobre todo sabiendo que después de que cada vez que alguien lanza ub reproche muere, pero eso no resta calidad al texto. A mi, personalmente, no me gusta la novela negra, pero, como en este caso, si la escritura es buena da igual de qué vaya la cosa.
ResponderEliminarLa narración me pareció muy fluida, y los diálogos junto con los personajes, muy bien logrados, y el ambiente frío, pues, que me he tenido que tapar con una mantita mientras te leía... En fin, que me parece un muy buen trabajo.
Por cierto, nos leemos pronto en cafe literautas.
Un abrazo.
Buenas, Pepe.
EliminarMe alegro de que el relato te gustara. Yo tampoco soy mucho de novela negra, aunque en mis relatos suele haber bastantes asesinatos, así que tampoco me pilla de nuevas.
Nos leemos.
Un saludo.
¡Hola Irene! he leído tu relato con atención y me he quedado un poco fría con tanta nieve y asesinato. Espero que saques una buena puntuación y seguramente te gustará participar en todos los meses. Un abrazo.
ResponderEliminarBuenas, Mamen.
EliminarPor tu comentario parece que no te gustó demasiado el relato... De todas formas, gracias por tomarte el tiempo de leerlo y comentar.
Un saludo.
Hola Irene, fue interesante leer tu relato, muy original y bien desarrollado. Me quedé con ganas de la investigación del asesinato por parte de la narradora pero se le acabó el viaje. Éxitos y bendiciones!
ResponderEliminarBuenas, Mery.
EliminarSiendo como es la protagonista, dudo mucho que ella sola hubiese conseguido averiguar quién es el asesino. El personaje que tenía en mi cabeza era bastante inocente y poco inteligente.
Un saludo.
Hola Irene, acabo de descubrirte en Café Literautas. He curioseado tu blog y veo que también participas en este reto del Tintero, bueno pues nos vemos en dos vías paralelas. Me ha recordado tu historia a la obra de "Asesinato en el Orient Spress" solo que aquí destacas más el carácter y la clase de las señoritingas con sus enaguas de desprecio a las clases según ellas inferiores. Pues, ya ves eso les pasa por ser como son, cuello al raíl. Leo que te ha influido leer Ana Karenina, pues ha sido una buena forma de ver como influyen las lecturas en nuestras propias creaciones. Me ha llamado la atención ese mas, que usas en lugar de pero y claro, lo he visto varias veces. Sin embargo es una opción también. Bueno compañero que nos vemos en este Tintero bienvenida. Un abrazo
ResponderEliminarBuenas, Emerencia.
EliminarLos textos que escribo suelen estar bastante influenciados con lo que leo en ese momento, las series que estoy viendo o algo que me pasa en mi vida normal. Vuelco todo en la escritura, para bien o para mal.
Nos leemos.
Un saludo.
Hola Irene. Ante todo darte la bienvenida al Tintero de Oro. Tu relato me ha parecido muy bueno. Muy buen escrito y estructurado, tan fluido de lectura que se me ha hecho breve.
ResponderEliminarTe deseo mucha suerte. Un abrazo.
Hola, Bruno.
EliminarGracias por la bienvenida. Me alegro de que te haya gustado.
Un saludo.
Hola Irene, te doy la bienvenida también al Tintero de Oro. Me ha gustado tu relato, en tan poco espacio consigues crear un relato de misterio y dotarlo de una atmósfera de intriga. El punto de inflexión es esa frase "Fue la primera en morir", que despierta el interés por seguir leyendo. Diálogos fluidos y creíbles. En cierto modo me recordó a los "Diez negritos" de Agatha Christie. Te deseo mucha suerte. Un saludo.
ResponderEliminarHola, Jorge.
EliminarGracias por la bienvenida, creo que me voy a sentir muy a gusto en esta nueva página.
Me alegro de que te haya gustado.
Un saludo.
Me ha encantado. Los personajes son muy reales, y es fácil meterse en la piel de cada uno en esa atmósfera totalmente aterradora. Es un magnífico relato. Ojalá se me acabe pegando algo y pueda escribir así.
ResponderEliminarUn saludo!
Buenas, yessykan.
EliminarMe alegro de que te haya gustado. Gracias por leer y comentar.
UN saludo.
Me ha encantado Irene, primero por la época en que se desarrolla la historia y segundo por cómo la desarrollas, tercero por el cierre. No esperaba ni por asomo que se tratara del maquinista. ¡Formidable! ¡Mucha suerte en El Tintero y felices fiestas!
ResponderEliminarBuenas, Rebeca.
EliminarMe alegro de que te haya gustado, y de que no todos hayan adivinado desde mitad del relato quién era el asesino.
Gracias por leerlo y comentar.
Un saludo.
Increíble tu relato donde acaban varias señoritas asesinadas, yo creía que iba a ser una víctima sola, pero te has superado a tí misma agregando varias, muy bueno!
ResponderEliminarUn abrazo, Irene.
Buenas, Carla.
EliminarYa que me pongo a matar, que mueran todas jejeje. Gracias por tu comentario, me alegro de que te haya gustado.
Un saludo.
Hola Irene
ResponderEliminarUn relato de época de los que se leían en la radio, con su dosis de misterio y terror.
Me ha gustado mucho leerlo.
Suerte y enhorabuena
Buenas, Paola.
EliminarGracias por tomarte el tiempo de leer el relato y comentarlo. Me alegro de que te haya gustado.
UN saludo.
Hola, Irene. Un relato de estructura simple, predecible, pero muy original y bien escrito.
ResponderEliminarBuenas, beba.
EliminarGracias por tu comentario.
Un saludo.
Ante todo se bienvenida al tintero.
ResponderEliminarHas creado no solo un relato ameno que se lee de tirón ,también predomina el misterio y el miedo gracias a ese asesino desconocido que se muestra al final, un final contundente.
Espero que disfrutes y te lo pases bien entre nosotros, los locos de las letras.
Un abrazo.
Buenas, Francisco.
EliminarGracias por la bienvenida, con tanta gente por aquí, me voy a aficionar a participar con vosotros.
Un saludo.
Hola Irene! Tu relato está entre mis favoritos, por su originalidad y porque goza de una lectura muy fluida y amena. Muchas felicidades y a ver si recibes una recompensa acorde a la calidad de tu relato. ¡Suerte!
ResponderEliminarBuenas, Beri.
EliminarMuchas gracias por tu comentario, me alegro de que te haya gustado tanto.
Un saludo.
Me ha gustado tu relato y se lee con interés porque te atrapa desde el principio. Con "fue la primera..." ya sabes que van a ir detrás las demás, pero qué sorpresa me he llevado cuando descubres al maquinista. Totalmente inesperado. Me has dejado sin palabras.
ResponderEliminar¡Saludos y suerte en El tientero!
Buenas, María Pilar.
EliminarMe alegro de que te haya gustado y que el final haya sido sorpresa. Gracias por leerlo y comentar.
Un saludo.
Eso de las diferencias de clases, aunque suene muy antiguo es un tema de bastante cuidado, por eso que cuando las damas o señoritas salimos muy bien vestidas, lo mejor tomar un taxi o ir en carro propio, pues siempre se es víctima de acosos de todo tipo.Saludos desde Venezuela. Buen relato.
ResponderEliminarBuenas, Perlas Narrativas.
EliminarPor desgracia, no solo las mujeres bien vestidas y de clase alta sufren acoso en las calles.
Un saludo.
Salud compañera,
ResponderEliminar¡Qué bueno encontrarnos también por estos lares. Me ha gustado mucho la forma de relatar, la situación y hasta el esperable asesino, y si las historias de diferencias de clase son muchas es porque lamentablemente estamos lejos de solucionarlo.
Un abrazo y feliz 2020
Buenas, Juana.
EliminarQué alegría ver un nombre conocido.
Las diferencias de clase son un tema que viene desde hace ya mucho tiempo, y no parece que vaya a dejar de existir dentro de poco.
Un saludo y feliz 2020.
Tu relato ha conseguido atraer mi interés desde el principio y mantenerlo hasta el escalofriante final. Notable la descripción de escenarios y personajes, retratando esa lucha de clases a través de unos diálogos muy logrados. No adiviné el asesino, así que disfruté hasta el desenlace. Suerte en el Concurso. Saludos Cordiales, Irene.
ResponderEliminarBuenas, Paco.
EliminarMe alegro de que te haya gustado e relato, y de que no hayas adivinado quién era el asesino hasta que se descubre.
Gracias por leerlo y comentar.
UN saludo.
Hola, Irene. Tu relato me ha parecido todo un clásico de la literatura de suspense. Una historia muy bien narrada que ahonda en las diferencias de clase. Aunque, a partir de un cierto instante, sospeché del maquinista, el relato me ha mantenido enganchado hasta el final, je,je.
ResponderEliminarEnhorabuena y suerte en el Tintero.
Saludos.
Buenas, Josep.
EliminarMe alegro de que aunque supieses quién era el asesino, eso no haya hecho que el interés decayese del todo.
Gracias por leerlo y comentar.
Un saludo.
Si es que hay que tratar bien a todo el mundo!!!
ResponderEliminarMe ha gustado. Ha sido mi primera visita a tu blog, tendré que pasar más a menudo ;)
Un abrazo
Buenas, David.
EliminarMe alegro de que te haya gustado. Gracias por leerlo y comentar. Espero que si lees algún otro, también te guste.
UN saludo.
Con V de vendetta 🤣🤣🤣 Me ha gustado el ritmo "Fue la primera en morir" sííí 🤣🤣 Suerte en el reto 🐾
ResponderEliminarBuenas, Rosa.
EliminarLa verdad es que no lo había pensado como una venganza, pero tienes toda la razón.
Un saludo.
Un buen relato de intriga que sabes mantener hasta el final. Yo casi que estoy del lado del maquinista, esa gente privilegiada que desprecia a la plebe con comentarios tan deleznables no merece un destino mucho mejor. Bienvenida y suerte en el Tintero
ResponderEliminarBuenas, Jose.
EliminarGracias por la bienvenida y el comentario. Yo también soy de la opinión del maquinista, aunque igual llegar hasta tal extremo sea demasiado.
Un saludo.
Hola, Irene.
ResponderEliminarBienvenida al Tintero, :)
Me ha gustado mucho tu relato.
El clasismo castigado, una muestra de humildad y humanidad y no hubieran tenido ese terrible final, quién es nadie para creerse superior a otro solo por tener más dinero.
Enhorabuena.
Un abrazo.
Magnífico relato, Irene. Me gustan los incisos del tipo "fue la primera en morir", interrumpen el ritmo pero crean misterio. Mucha suerte en el Tintero. Un saludo.
ResponderEliminarBienvenida Irene a El Tintero! Me ha gustado tu manera de narrar y el buen ritmo del relato. El suspense está muy bien logrado y en mi opinión no es tan predecible el final.
ResponderEliminarUn abrazo compañera