San Martín


Antes de que las pezuñas tocasen el barro del que sería su nuevo hogar, el cerdo les dedicó a todos los animales que lo observaban una mirada altiva. Bajó del camión exudando arrogancia por cada uno de los poros de su arrugada piel y se dirigió a la pocilga con el morro alto y el rabo erguido.

Un burro de aspecto tranquilo, pero con unos marcados músculos ganados a base de horas y horas de trabajo en el campo, se encontraba delante de la entrada entorpeciéndole la marcha.

—Quítate de ahí, imbécil —dijo el cerdo con grosería.

El burro se volvió con lentitud hacia él y lo miró confuso.

—No me llamo Imbécil, sino Pepe —contestó en un agudo rebuzno.

—¿Y a mí qué más me da cómo te llames? Apártate de mi camino, estorbas —ordenó con un amenazador gruñido.

El burro Pepe no podía creerse que un desconocido pudiese ser tan desagradable, y lo miró extrañado. Aun así, prefería no meterse en problemas, por lo que se hizo a un lado sin decir nada más.

—Vaya nombre de mierda, no podía ser más vulgar —masculló el cerdo mientras entraba en la pocilga—. Pero qué se le va a hacer, no todos pueden tener mi glorioso nombre. —Una vez dentro se giró hacia el exterior y les dedicó una mirada presuntuosa a los animales, que lo miraban anonadados—. Soy Carlomagno y desde este momento seré vuestro emperador.

Sobra decir que hasta aquel día en la granja no había existido un jefe más allá del dueño. Jamás tuvieron un rey, mucho menos un emperador, y los animales no supieron cómo debían comportarse ante aquella figura.

El emperador Carlomagno se quedó con la mejor zona de la pocilga, siempre era el primero en comer y, cuando les dejaban salir al prado, era el único que se podía tumbar en la sombra de la Gran Encina.

—Vosotros no tenéis el estatus suficiente para ello —decía con desdén.

Ninguno de sus congéneres sabía lo que era un estatus, por lo que estaban de acuerdo en que carecían de algo así, y se resignaron a apiñarse debajo de la sombra de una arboleda sin nombre.

Desde la posición en la que el emperador Carlomagno se encontraba tenía unas vistas privilegiadas de los terrenos de la granja. Tumbado sobre la hierba comía las bellotas que las ratas, bajo su mandato, le habían recolectado y veía cómo el burro Pepe tiraba, durante horas, de la rueda del molino. Se cansaba de solo mirarlo.

Cuando no estaba en el prado le gustaba pasearse por la granja y regocijarse con las penurias de los demás; como las vacas, que encerradas en su establo, estaban condenadas a ser ordeñadas día tras día. O las gallinas, obligadas a poner huevos todas las jornadas.

«¡Ay!, la vida del cerdo es la vida mejor», pensaba siempre que regresaba a su pocilga.

Ningún animal le llevó la contraria, nadie se quejó de su mandato dictatorial y lo dejaron hacer, pues todos, menos él, sabían por qué y para qué había sido comprado.

El día en que Carlomagno descubrió su destino hacía mucho frío. Se encontraba en su pocilga, arrebujado entre la paja, cuando, al amanecer, los gritos exaltados de los humanos lo despertaron.

—¡Al fin! Estoy deseando comerme una buena morcilla —dijo uno de ellos.

—Pues yo no puedo esperar a que el jamón se cure. El cerdo de este año se ve muy jugoso.

—Un tocino bien frito con unos pimientos, eso es lo que yo quiero.

Los tres hombres se dirigieron a la pocilga y se acercaron a Carlomagno con cautela.

—Ven aquí, cerdito. Es hora de comer.

El emperador Carlomagno los miró con suspicacia. Nunca tuvo miedo de los humanos, pero el tono con el que hablaban no le daba ninguna confianza. Sin embargo, la promesa de comida fue suficiente para convencerlo. Salió tras ellos y cruzó toda la granja sabiéndose observado; todos los animales giraban las cabezas a su paso. Carlomagno sentía las miradas puestas en él y disfrutó de aquel momento de gloria inesperada.

Cuando pasó por delante del establo le dedicó al burro Pepe una sonrisa arrogante y le guiñó el ojo a las ovejas que se asomaban por el cercado. No quiso fijarse en las miradas apenadas y llenas de compasión de los animales.

Siguió a los humanos hasta un extremo alejado de la granja. El mundo del emperador Carlomagno se derrumbó cuando el matarife se acercó a él con un gancho metálico en la mano. Miró al hombre con confusión y dio unos pasos hacia atrás, pero los humanos lo agarraron con fuerza. Conforme el hombre se acercaba, la arrogancia de Carlomagno fue diluyéndose poco a poco hasta que no quedó nada. El pánico inundó su cuerpo y miró a su alrededor suplicando por un poco de ayuda, mas…

—¡Feliz día de San Martín! —gritaron los humanos antes de colocar al cerdo Carlomagno encima del banco de madera que siempre utilizaban para la matanza.

En la granja, los animales escucharon sus gritos histéricos y movieron la cabeza, apenados, por aquel arrogante cerdo que no supo ver el final que le esperaba.



Este relato participa en la edición número XVIII del concurso de relatos del Tintero de oro.
Las bases son escribir una historia de menos de 900 palabras y elegir entre uno o varios de estos requisitos:
  • Escribir una fábula o que los personajes sean animales, con su moraleja o con una crítica social de fondo.
  • Un relato en el que se mencione con sentido la novela Rebelión en la granja o al autor, George Orwell.
  • Un relato en el que la acción transcurra en una granja.
He optado por escribir una fábula con animales y ambientarla en una granja. Me he dejado inspirar un poco por el libro de Rebelión en la granja dándole al cerdo un nombre que estuviese a la misma altura que Napoleón, de ahí viene Carlomagno, no es que yo tenga algo contra este señor.


Imagino que todos conocéis el dicho ese de "A todo cerdo le llega su San Martín". Antiguamente, no sé si todavía, este era el día elegido para realizar la matanza anual del cerdo, por eso este refrán se utiliza para esas personas prepotentes y con ínfulas de grandeza. Pues por muy cerdo que seas, llegará el año en el que te toque el San Martín.

Espero que os haya gustado.

*

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¡Un saludo!

54 comentarios:

  1. Buenos días Irene, ya estoy en tu San Martín.
    He visto con claridad (y me ha hecho gracia), al cerdo del rabo erguido y al burro musculado.
    Los dos caracteres diferenciados, haces que enseguida sintamos empatía por Pepe y le pillemos tirria al cerdo emperador.
    Por supuesto, cumple las premisas sobradamente.
    Puntuación perfectas (me he fijado especialmente en los incisos de los diálogos, mi punto flaco)
    El ritmo conseguido.
    Otro acierto es que a Carlomagno le hayas puesto el nombre de un emperador, como George Orwell le puso Napoleón al suyo.
    Solo un despiste de dedo o errata en “que se asomaban”
    Al final da hasta pena del orgulloso cerdo, y en fin, ya se sabe… a todo cerdo le llega su San …
    Un buen trabajo compañera.

    P.D. Cuando nuestro compañero Pepe Espi pase por aquí, no creo que le importe que lo hayas convertido en burro (noble animal), pero que el cerdo diga que su nombre es un nombre de mierda y vulgar le va a llegar al alma, seguro :))

    Nos vemos en la Gala Irene.

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    1. Buenas, Tara.

      Gracias por pasarte por mi relato, leerlo y comentarlo.

      He estado leyendo lo que comentas de la errata, pero no sé a qué te refieres.

      Nos leemos.

      Un saludo.

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    2. Un despiste en esta frase: " le guiñó el ojo a las ovejas se que asomaban por el cercado". "se que asomaban" por "que se asomaban". Yo lo llamo dedo dislexico, a mi me pasa mucho :))

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    3. Buenas, Tara. Me ha costado varias lecturas ver el error, ¡qué ojo el mío! Gracias por el aviso.
      Un saludo.

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    4. Con el permiso de Irene, te diré, Isabel, que mi nombre es una persición en cuanto al mundo ànimal. Existe el burrito Pepe (que es otro), el sapo Pepe, el loro Pepe... En la primera lectua me he reido mucho con el símil, y en la segunda con tu comentario he vuelto a sonreir XDXDXD.
      Un abrazo.

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  2. Buenas tardes Irene:
    Qué pronto se le escapó de las patas aquel "paraíso" en el que creía reinar el tal emperador gorrino y como a todo cerdo por muy chulo que se ponga, también le llegó su San Martín.
    Por cierto muy buena alusión a la novela de Orwell, Carlomagno, el nombre del protagonista: otro famoso emperador como Napoleón y ambos cerdos.
    ¡Ay! no sé qué dirá nuestro querido compañero Pepe, al contemplar a su tocayo convertido en burro, menos mal que con una musculatura de vértigo... ja, ja, ja
    Bueno, bromas aparte, te felicito por crear una estupenda fábula, con moraleja incluida, sobre la soberbia, que se lee con fluidez, ya que tu destreza con el lenguaje es notoria.
    Mucha suerte en el concurso y seguimos leyéndonos.
    Un abrazo.

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    1. Buenas, Estrella.

      Me alegro de que te haya gustado el relato. Gracias por leerlo y comentar.
      Cuando empecé a escribirla me pareció que sería una buena idea hacerle un homenaje a la novela original usando, de alguna manera, el nombre de Napoleón, pero tampoco quería copiarme, por eso elegí otro emperador.

      Nos leemos.

      Un saludo.

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    2. Estrella, como le dije a Isabel, y con un nuevo permiso de Irene, el reino animal está plagado de tocayos míos. Je, je, je. De hecho, mi hijo dijo antes Pepe que Papa je, je.
      Un abrazo.

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  3. Hola Irene! Soy Beri. Me ha gustado mucho tu fábula. Yo también destaco el lenguaje tan fluído que haces servir. Me permito hacerte una pequeña sugerencia en relación a un tema que a veces a mí también me cuesta. Al principio del relato podemos leer "el cerdo les dedicó a todos los animales que lo observaban una mirada altiva". A mí personalmente me gusta más así: "el cerdo dedicó una mirada altiva a todos los animales que lo observaban." Pienso que si el complemento directo (una mirada altiva) está más cerca del sujeto (el cerdo), la frase se entiende mejor. En todo caso, lo que has escrito es correcto, sólo es una cuestión de gustos. Felicidades y mucha suerte. Un abrazo!

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    1. Buenas, Beri.

      Gracias por tu sugerencia, la verdad es que no sé como me suena mejor... le daré un par de días para verlo desde otro punto de vista, porque no se me había ocurrido.

      Nos leemos.

      UN saludo.

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  4. Hola, Irene. Pues a mí también me ha gustado mucho tu relato. Muy buena trama y muy ajustado al reto. Mucha suerte.

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    1. Buenas, Marta.

      Gracias por tomarte el tiempo de leerlo y comentar. Me alegro de que te haya gustado.

      Un saludo.

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  5. Hola Irene, una fábula en toda regla. Me ha gustado mucho. Un par de observaciones: una de ellas que el título ya evidencia el desenlace final del cerdito; y otra, que el término "césped" solo se usa para jardines o zonas ajardinada, para este caso en cuestión, es pasto, hierba, pradera si es más grande. Un abrazo

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    1. Buenas, Emerencia.

      Cuando escribí el título me percate de que daría muchas pistas del final de la historia, pero tampoco me parece muy trágico, pues también puede ser divertido leer toda la arrogancia del cerdo sabiendo cómo va a acabar... igual que lo saben el resto de animales.

      Gracias por lo de "césped", no se me había ocurrido pensar en eso.

      Nos leemos.

      Un saludo.

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  6. Irene me ha gustado mucho tu relato. Y el cerdo arrogante no sabía bien para lo que le habían elegido. El refrán muy acorde con el cuento. Un abrazo.

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    1. Buenas, Mamen.

      Me alegro de que te haya gustado. Gracias por pasarte por aquí y comentar.

      Nos leemos.

      Un saludo.

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  7. ¡Vaya mal cuerpo que me has dejado, Irene! tendría que consolarme diciendo que se lo merecía por desagradable y engreído, pero no puedo más que sentir lástima. Y el resto de los animales, más honorables que muchos de lo huamanos, no solo no se regocijaron de su desgracia sino que lo acompañaron como bien pudieron en su viaje sin retorno.
    Un abrazo y mucha suerte.

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    1. Buenas, Bruno.

      Me sorprende que a muchos os haya dado pena el cerdo, la verdad es que no era mi intención despertar ese sentimiento, pero me alegra haberlo hecho.

      Gracias por tu comentario.

      Nos leemos.

      Un saludo.

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  8. Hola, Irene. Has logrado que el rechazo inicial por ese cerdo engreído termine en compasión. Muy bien relatado.
    Un abrazo

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    1. Buenas, Mirna.

      Me alegro de que te parezca que está bien escrito. Gracias por leerlo y comentar.

      Nos leemos.

      Un saludo.

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  9. Un genial relato Irene. Mucha suerte. Abrazos.

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    1. Buenas, Marina.

      Gracias por pasarte y dejarme un comentario. Me alegro de que te haya gustado.

      Nos leemos.

      Un saludo.

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  10. Hola Irene.
    Muy buena fábula. Más allá del final más que esperable y anunciado en el titulo, la moral de la historia está muy bien marcada en dos trazos: Chancho versus burro. Nada sobra. Nos lleva con buen ritmo. Y aún siendo este engreído Carlomagno un soberbio sin límites, me ha dado mucha pena. Me he sentido como uno de los animales que lo miran partir al matadero. Muy buen relato.
    Un abrazo

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    1. Buenas, Juana.

      Aunque no estaba planeado de antemano, con el título y su significado creo que se consigue que el propio lector se sienta como los animales de la granja. Todos sabemos lo que le va a pasar al cerdo, menos él.

      Me alegro de que te haya gustado.

      Nos leemos.

      Un saludo.

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  11. Saludos Irene, muy bien narrado tu relato. Me ha gustado mucho y el cerdo a lo Buzz lightyear considerándose más de lo que era, y mucho más, un emperador, y resulta que le tocaba la peor parte, pobrecito. Éxitos y bendiciones!

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    1. Buenas, Merry.

      Me ha encantado lo de Buzz lightyear, pobre muñeco, aunque al principio era un personajillo muy arrogante...
      Me alegro de que te haya gustado.

      Un saludo.

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  12. Y es que como bien dice el refrán: A todo cerdo le llega su san Martín. La humildad no tiene precio y a los soberbios llega un momento en que la vida les baja los humos.
    Buen relato Irene.
    Un abrazo.

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    1. Buenas, Francisco.

      Estaría muy bien que al final este dicho siempre se cumpliese, por desgracia, no siempre llega ese San Martín, y algunos salen indemnes...

      Gracias por comentar.

      Un saludo.

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  13. Hola, Irene.
    Por fin llego a tu relato con la lengua fuera. Te has sacado un cuento estupendo que, aunque previsible pues ya se anunciaba desde que sale del camión, crea la curiosidad del cómo del desenlace final. Yo tengo los sentimientos encontrados. Me refiero para con el cochino, naturalmente. Arrogante y odioso, sí, pero engañado y sabroso. Seguramente sin una vida relajada como la que llevaba no tendría ese valor gastronómico.
    Buena redacción, ritmo, lenguaje y ambientación.
    No sé cómo llegas a todo con otras ocupaciones añadidas, así que felicitación doble.
    Un saludo

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    1. Buenas, Isan.

      Seguro que si el cerdo hubiese tenido que estar trabajando, su carne no hubiese sido tan sabrosa, le faltaría la grasilla de la vida sedentaria.

      Gracias por leerlo y comentar. Y por la doble felicitación, saco tiempo de donde puedo, me gusta mucho escribir.

      Un saludo.

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  14. Pues el cerdo se lo tenía bien merecido, porque desde la primera línea te encargas de hacernos ver que es un bicho la mar de desagradable y engreído. Pero claro, lo único que ofrece el cerdo a sus cuidadores es su propio cuerpo, así que el precio a pagar por una vida despreocupada es ese. Me recuerda, salvando las distancias, al típico niño mimado al que le dan todo hecho y que se cree que el resto del mundo vive para complacerlo. Mucha suerte en el Tintero. Un saludo.

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    1. Buenas, Jorge.

      No había pensado en esa comparación, pero no me parece desacertada con lo que tenía en mente.
      Gracias por comentar.

      Un saludo.

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  15. Con el título y al leer que el protagonista es el cerdo me imaginé el final porque en mi tierra se dice todavía lo de: "A todo cerdo le llega su San Martín"
    Me ha encantado todo el desarrollo de la trama, cómo das vida a los diferentes "personajes", la arrogancia de Carlomagno y sus aires de superioridad. Lo has dibujado con palabras de forma tan plástica que al leerlo lo visualizamos. Al final, parece que hasta los animales dan una lección a los humanos con esa actitud y saber estar, cuando podían celebrar la muerte de Carlomagno con fiestas y cánticos, tan solo miran y callan.
    Un saludo, Irene. Suerte en el Tintero.

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    1. Buenas, María Pilar.

      Me alegro de haber conseguido escribirlo de manera que se pueda visualizar sin problemas, es algo que no siempre se consigue.

      Gracias por leerlo y comentar.

      Un saludo.

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  16. Hola Irene

    Un cuento de libro, me ha gustado el nombre que le has puesto al cerdo, el animalito me ha dado pena pero así es la vida que hemos creado.
    El relato está bien montado, muy visual, me encanta lo de las bellotas por lo menos el cerdito vivió bien mientras vivió.

    Un abrazo y saludos

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    1. Hola, Paola.

      Me alegro de que te haya gustado. Gracias por pasarte y dejarme un comentario.

      Un saludo.

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  17. ¿Pues sabes qué, Irene? No siento ninguna lástima por ese tal Carlomagbo, con su flamante nombre incluido, mira que pensar eso de un nombre tan bonito y bien llevado como el del burro de la historia...Ja,ja, ja.
    Bromas a parte, me gustó mucho el relato. Un preludio de una muerte anunciada, pero desde una inocencia bien llevada hasta el final. La narraciön muy bien hilvanada, se lee fácil y rápido, desde el principio no te andas con miramiento y te metes de lleno en la historia y eso hace que se lea de un tirón.
    Me pareción una muy buena historia y mensaje. Te felicito.
    Un abrazo y suerte!

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    1. Buenas, Pepe.

      Me alegro de que te gustase. En una historia con tan pocas palabras disponibles, como uno no se meta en la trama pronto se le acaba el margen antes de empezar a contar nada.

      Me alegro de no haber ofendido sensibilidades con el nombre del burro jejej

      Nos leemos.

      Un saludo.

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  18. Lo mejor de este notable relato es la bien retratados que están los animales protagonistas. Carlomagno, bonito nombre para un cerdo, realmente vive como un emperador su corta existencia, ignorante de su fatal destino. Veo también al musculoso burro Pepe en su trabajo paciente, y la sincera compasión del resto de animales hacia el cerdo a pesar del desprecio que este les muestra. Y una vez más se cumple el célebre refrán, que yo utilicé también como cierre de uno de mis relatos. Suerte en El Tintero. Saludos, Irene.

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    1. Buenas, Paco.

      Me alegro de que todos los personajes se vean de una manera tan clara.
      El refrán le va perfecto al pobre Carlomagno.

      Gracias por leer y comentar.

      Un saludo.

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  19. Hola Irene
    Ha sido una verdadera gozada leer tu relato. La fábula es espectacular con ese adorable protagonista de Carlomagno, aunque sea muy soberbio. Muy entretenido y educativo, me encanto. Buena suerte en el tintero!
    Saludito

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    1. Buenas, Yessy.

      Me alegro de que te haya gustado. Gracias por leerlo y comentar.

      Un saludo.

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  20. Muy bonita la fábula con la que participas, y me has puesto al día con esa frase hecha, que la tenía de oídas pero nunca le había prestado gran atención. Muy original la idea de aplicarla como base de la historia en la granja, además de enriquecerla con datos de la propia Rebelión de Orwell. Fantásticos los diálogos (siempre lo digo), y me apenó mucho Pepe, que ya solo con el nombre me cae simpático.
    Dos besos Irene, ya queda menos para acabar esta segunda etapa del concurso en el Tintero, espero que la estés disfrutando tanto como yo. :-)

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    1. Buenas, Carla.

      Este refrán, aunque no lo utilizo muy a menudo, sí que lo tengo bastante presente.
      Me alegro de que te haya gustado.

      Un saludo

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  21. Hola, Irene: Lo más destacable de tu historia es tu habilidad para la descripción de individuos y entorno. Muy logrado este aspecto. Si bien la trama es predecible, la relatas con fluidez y buen ritmo. Un abrazo. Suerte en El Tintero.

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    1. Buenas, beba.

      Gracias por pasarte por aquí y tomarte el tiempo de leer mi relato y comentar.

      Un saludo.

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  22. Suerte en el Tintero con este relato. Que tristeza, tenía la secreta e infantil esperanza que Carlomagno escapara 😢🐾

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    1. Buenas, Rosa.

      Gracias e igualmente. El final del pobre Carlomagno estaba escrito desde el principio.

      Un saludo.

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  23. Creo que es mi primera visita a tu blog (aunque no estoy seguro del todo) y tengo que reconocer que ha sido una agradable sorpresa.
    Buen relato.
    Un abrazo

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    1. Buenas, David.

      Pues bienvenido al blog, me alegro de que te haya gustado. Te invito a que leas otros relatos, seguro que hay alguno más que te sorprende.

      Gracias por pasarte y comentar.

      Un saludo.

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  24. ¡Cuánta importancia tiene la humildad! Muy buen relato, Irene. Mucha suerte en el Tintero. Un abrazo.

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    1. Buenas, Beitavg.

      Me alegro de que te haya gustado. Gracias por tomarte el tiempo de leer mi relato y comentar.

      Un saludo.

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  25. A pesar del merecido final del altivo Carlomagno, no puedo evitar sentir algo de lástima. Buen relato donde los animales muestran más humanidad que los humanos. Saludos y suerte en el Tintero.

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    1. Buenas, Jose R.

      Gracias por leerlo y comentar. Los animales han demostrado ser más humanos que los propios humanos.

      Un saludo.

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