Llevo en este mundo desde el principio, lo he visto todo y a todos. Soy inmutable e invariable, pero cambio con los años, con las décadas y los milenios.
Soy inexorable. Algunas veces corro tan rápido que paso fugaz, en un pestañeo. Otras, otras voy lento y sin prisa. Y a pesar de que el tic tac del reloj se hace eterno, yo nunca me altero.
Nada me puede tocar, pero todos me pueden sentir. Estoy a tu merced, o tú a la mía. La flora y la fauna me pertenecen, pues nadie escapa de mí. Y aunque soy intangible, me puedes perder. Y si lo haces… ¡Uy, si lo haces! Si lo haces nunca volveré.
—Una autodescripción muy bien hecha, querido —dijo Casiopea, asintiendo con una sonrisa en sus duros labios—. ¿Quién sigue?
—Yo, profesora —anunció alguien, al fondo de la clase.
—Adelante.
Se levantó de su asiento, miró a sus compañeros y tras un pequeño carraspeo comenzó a recitar:
Soy infinito, sin principio ni fin.
Puedo estar en las letras y en el firmamento, y sin mí, no habría lugar para existir.
Soy oscuro y luminoso.
Y aunque parezca vacío, tengo mucho que mostrar y tú grandes cosas por descubrir.
—Perfecto —aplaudió Casiopea justo cuando la campana daba la clase por finalizada.
Los alumnos salieron en tropel del aula, aunque los dos últimos que habían recitado sus autodescripciones se quedaron rezagados, no tenían prisa, pues nadie se iría sin ellos. Salieron de la clase con las mochilas al hombro, riendo, ignorantes de la mirada de envidia que ese dúo, siempre en perfecta sincronía, suscitaba en esa alma solitaria.
Sois eternos e infinitos, pero yo soy el final de todos los caminos.
No importa si eres rey o mendigo. León o pingüino.
Tu tiempo está contando y siempre terminarás conmigo.
Camino sin piernas, te llamo en silencio y no me puedes poner precio.
Corre si quieres, pero no te podrás esconder.
Al final solo quedará una opción:
Perecer.
Los tres alumnos abandonaron el edificio, unos sonriendo, otros en silencio. Y cuando todo quedó vacío, Casiopea miró por la ventana, contenta con esa generación que venía pisando con fuerza. Su caparazón se iluminó y cuatro letras aparecieron en el exterior, dos y dos que nombraban a esa niña que nunca olvidó.
*
Este relato participa en el concurso de relatos 46ªEd. del Tintero de Oro. Está inspirado en el libro de Michael Ende, Momo y las premisas eran escribir un relato con mucha imaginación y un acertijo. La extensión no debía de superar las 900 palabras.
Momo es una novela bastante especial, está llena de lecciones de vida y creo que tanto los niños como los adultos pueden disfrutar de ella.
A pesar de gustarme esta historia, escribir el relato me ha costado muchísimo. Eso del acertijo me ha llevado por el camino de la amargura y como el tema es "un relato con mucha imaginación", no sabía muy bien por donde encaminarlo. Creo que cumple con las premisas, aunque igual se me ha ido la mano con la imaginación y no se termina de entender.
Estamos en un aula, Casiopea es la profesora. Y los tres alumnos son el tiempo, el espacio y la muerte. ¿Por qué? Uno de los temas principales sobre los que gira la novela de Momo es el tiempo, así que pensé en hacer un acertijo que resultara en ello. Luego pensé en algo que pegara con él. Espacio-tiempo. Y ahí me quedé atascada... Busqué otra idea, concepto, abstracto, que pudiera describir en modo acertijo, se me ocurrió la muerte y... Volví a quedarme atascada. Al final lo acabé regresando a Casiopea y haciendo un guiño más a ese personaje, y a la protagonista de la novela, esa niña que nunca olvidó.
Espero que no haya resultado demasiado imaginativo y confuso.
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Nos leemos.
Un saludo.
Hola, Irene, te ha quedado perfecto. Me ha gustado mucho. El tiempo y la muerte los he pillado, el espacio no lo he terminado de ver..., se entendía todo bien, aunque mucho mejor con la explicación final, así se aprecian mucho mejor los detalles. Lo de Casiopea como profe me ha parecido un acierto.
ResponderEliminarMuchas gracias por participar en el concurso y mucha suerte.
Un abrazo. :)
Esa tortuga ejerciendo de docente es un punto por si solo dentro de tu relato. Ella representa el tiempo pausado que se debería emplear para emparse de las enseñanzas importantes. El tiempo, la muerte y el espacio (Este alumno queda un poco difuminado) No se pilla bien el concepto dentro del contexto general) Pero te quedó muy bien la historia en general.
ResponderEliminarGracias por la explicación final. No noas deja con las dudas.
Un abrazo.
¡Hola, Irene!
ResponderEliminarIba leyendo las tres participaciones de los niños y cada una me dejaba fascinada. Has centrado tu aporte en los acertijos, y los has envuelto de mucho misterio, sobre todo cuando aparece Casiopea y los ve salir.
Que al final nos des la explicación es fenomenal, podemos comprender y sentir todo tu proceso creativo y eso hace que nos sintamos super identificados porque igual que tú nuestra mente vacila, crea, se inspira y trata de darle una forma coherente a lo que bulle en su interior.
Me ha parecido un homenaje muy bonito a Momo.
Un abrazo!
Tres acertijos de ... entidades ... si se las puede llamar así, de las cuales aparentemente nadie escapa
ResponderEliminarHola Irene!
ResponderEliminarMuy bonito tu homenaje a Michael Ende y su obra "Momo"! Me han encantado la cadena de acertijos! Son estupendos! Un abrazote y mucha suerte en el concurso!
Oh, he reecuperado mi identidad! Cosas del tiempo. Me alegra sobre todo porque así sabrás quien te aplaude de todo corazón por tus tres acertijos y su sentido. Me ha encnatado. Historia muy sencilla para enmarcar tres entidades esenciales en nuestras vidas. Un aplauso más junto al abrazo
ResponderEliminarQué bonito, Irene. Un relato ingeniosísimo y un homenaje precioso a la novela de Michael Ende. Los acertijos maravillosos y la idea del aula y Casiopea como profesora me ha encantado. Un cuento genial.
ResponderEliminar¡Hola irene! Has hecho una demostración de ingenio atractiva y singular, que juega con acertijos existenciales. El tema de fondo —la personificación de conceptos abstractos como el tiempo, el espacio y la muerte— está presentado a través de las voces de tres alumnos en un aula, lo que le da una capa de originalidad.
ResponderEliminarFrases como "soy inmutable e invariable, pero cambio con los años" o "nada me puede tocar, pero todos me pueden sentir" guardan su esencia esquiva con una belleza sencilla. El segundo relato, sobre el espacio, tiene un tono más etéreo y expansivo ("infinito, sin principio ni fin"), y me gusta cómo equilibra lo oscuro y lo luminoso, sugiriendo un universo lleno de posibilidades. El tercero, sobre la muerte, es el más sombrío y directo ("tu tiempo está contando y siempre terminarás conmigo"), y su inevitabilidad se siente como un golpe frío pero necesario para cerrar el trío.
La figura de Casiopea, la profesora, añade un misterio sutil. Su "caparazón" y las "cuatro letras" al final (quizás "Tiempo" y "Muerte", o algo más personal) sugieren que ella misma es una entidad cósmica, quizás una observadora eterna de estas fuerzas. Me intriga esa alma solitaria que envidia al dúo del tiempo y el espacio; podría ser la muerte misma, aislada en su rol, o un simple humano atrapado en su vida mortal. Ese detalle abre interpretaciones sin explicarlo todo, lo cual me encanta.
El final, con Casiopea mirando por la ventana y la mención de "esa niña que nunca olvidó", deja un eco melancólico que invita a releer y reflexionar.
En fin, que tu relato me fascinó por su creatividad y su forma de dar voz a lo intangible. Es como un pequeño poema en prosa que te hace pensar en el tiempo, el espacio y la muerte desde una perspectiva nueva.
Te felicito.
¡Hola, Irene!
ResponderEliminarLa verdad, me ha encantado cómo has tejido la idea de los tres acertijos dentro del aula. Se nota que te lo has trabajado y, además, que le has dado una vuelta personal que hace que el relato no se quede solo en el juego de adivinanzas, sino que tenga su propia atmósfera. Esa especie de "clase cósmica" con Casiopea como maestra me ha parecido un acierto total, porque además le da ese punto entre mágico y reflexivo que acompaña muy bien la esencia de Momo.
Me ha gustado también que, como decían Maite y Marcos, hayas incluido tu proceso al final. Acerca mucho al lector y se siente honesto. A veces uno duda de si la imaginación se nos ha ido o no, pero justo por eso tiene tanto valor: porque permite que cada quien lo lea desde un lugar distinto, y eso enriquece.
Los acertijos están bien hilados, especialmente el del tiempo, que me ha parecido muy elegante. El espacio más sutil, pero no desentona en absoluto; de hecho, le aporta ese aire etéreo que también le pega al concepto.
En resumen, has armado un relato que invita a pensar, que se disfruta y con muchas capas si te paras a mirarlas bien. Todo un homenaje a Momo, sin duda alguna.
¡Un abrazo, compañera!
Me gusta este recurso de las autodescripciones.
ResponderEliminarY que la tercera contenga la respuesta a las dos primera.
Un abrazo.
Hola, Irene. Una secuela más que digna de ese genial libro llamado Momo. Momo es un libro que me ha atrapado cada vez que ha caído en mis manos. Ende seguro que vería tu relato con muy buenos ojos. Felicidades.
ResponderEliminarMe hace pensar en eso, una escuela en donde se enseñar enigmas y acertijos y la gente solo se expresa mediante esa via.... je je , hermoso relato
ResponderEliminarMuy bueno el relato, pero mejor la originalidad y el atrevimiento.
ResponderEliminarLos dos primeros viven uno dentro del otro inextricablemente.
La muerte sólo cobra importancia cuando aparece la vida, pero en ese momento ,supera a los otros dos, al menos para el observador-paciente. En cualquier caso, que aburridos cel espacio-tiempo, sin la. vida-muerte.
Abrazoo y suerte
Hola Irene, un relato enigmático y muy bien contado. Me han encantado los guiños y la magia y a la vez verdad de los autores de sus propias descripciones. Enhorabuena. Un abrazo.
ResponderEliminarMuy descriptivas las adivinanzas, muy bien hechas. Fáciles de entender y averiguar. Muy bien esos alumnos y esa clase de la señorita Casiopea.
ResponderEliminar¡Hola, Irene! Me han gustado mucho los acertijos de tu historia y es muy original que sean precisamente las autodescripciones de quienes los plantean. ¡Un abrazo!
ResponderEliminar¡Hola Irene! Con lo que cuesta escribir un acertijo y has hecho tres para este reto. Eso ya tiene mucho mérito. El relato es muy enigmático e inspirador. Y la nota al final ayuda a entenderlo un poco mejor. Aunque como ya han dicho otros compañeros las adivinanzas del tiempo y de la muerte se entienden perfectamente. La única que quedaba más en el aire era la del espacio.
ResponderEliminarUn saludo y suerte.
Hola, Irene! Como te comentaba en mi blog, cuánto tiempo sin saber de ti, me alegra que volvamos a coincidir por estos lares, y además lo haces con un reto dentro de otro reto. Una muñeca rusa que va absorbiendo la atención de lector y personaje hasta ese desenlace tan inspirador.
ResponderEliminarLa verdad es que pensaba en el tiempo, pero los otros dos no fui capaz de verlos. Nunca fui bueno para las adivinanzas, jeje.
Un abrazo y mucha suerte
Hola, Irene! Bellísimos acertijos! Me han encantado. Un abrazo
ResponderEliminarHola, Irene, tu historia acertijo, no puede estar más centrada en el reto de este mes, muy logrado. Yo en esa aula sería repetidor de curso eterno porque no daría ni una en el examen de adivinanzas. Así que me desquito, si no te molesta, con uno improvisado.
ResponderEliminarGalimatías: Escribo sin pluma ni lápiz, pero leerme, si me buscas, tú puedes.
Otra: Navego en un mar plagado de mensajes en botellas y, a veces, las mías tienen respuesta.
La última, ya sea cerca o muy lejos, mis palabras, casi a la vez, a su destino llegan.
Bien, y si no lo aciertas, léelo todo del revés.
Saludos y suerte.
Hola, Irene, un relato inocente y curioso también, en el que nos dejas sentir la importancia del tiempo, lo desconocido y enigmático del espacio y además ese susurro final en el que nos haces conscientes de que todo tiene final y somos hijos de la muerte.
ResponderEliminarTres interesantes acertijos y unas memorables respuestas. que encajan muy bien en el reto. Gratos días.