Tu tacto, tu olor, tu sabor



No sé qué me gusta más de ti: si tu tersa piel o tus voluptuosas curvas.

Siempre te encuentro en rincones oscuros y cuando mi mano te toca, no puedo evitar deleitarme con tu tacto. Mis dedos recorren todos tus recovecos y se pierden entre las líneas de tu figura.

La capa marrón que siempre llevas encima me estorba. Así que te la quito despacio. Con cuidado. Y todas las veces me maravillo por la blancura de esa sedosa superficie que solo me enseñas a mí. Suave y lisa. Simplemente soberbia, perfecta. Mis manos resbalan por ella y las marcas que recubren tus curvas me cautivan.

Te toco, te palpo, te preparo y busco el mejor lugar por donde empezar.

Luego te abro. Tu olor me domina, me somete y no puedo evitar que unas lágrimas caigan por mis ojos. Algunas veces te odio por ello. Ya estoy acostumbrado, pues no es nuestra primera vez juntos y tampoco será última, me gustas demasiado, pero aun así, detesto que me hagas llorar. Aunque soy consciente de que no lo haces a propósito. Es tu naturaleza.

Cuando estás lista tu olor me seduce y me inunda. Inspiro aire y lleno mis pulmones con tu aroma. Me recreo en ese eterno instante y me convenzo de que unas pocas lágrimas merecen la pena.

El culmen llega cuando, al fin, mi lengua te saborea.
Exquisita.
Podría elegir a otra, sin embargo, nada sería lo mismo. Echaría demasiado de menos tu sabor.
No. Solo puedes ser tú.
Y por eso, por tu unicidad, te escribo estas palabras, este homenaje.
Esta oda a una cebolla.


La idea de este relato salió de un libro titulado "642 cosas sobre las que escribir". La premisa era escribir una oda a una cebolla.

¿Qué os ha parecido? ¿Qué pensabais que estabais leyendo? ¿Os esperabais el final?

*

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¡Un saludo!




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